Los venezolanos necesitamos puentes entre venezolanos. En Rubio, ciudad pontálida de la frontera tachirense no quise quedarme en una orilla.
Dr. Ramón Guillermo Aveledo |
Los venezolanos tenemos muchos y graves problemas. Problemas de verdad. La diferencia entre la Constitución y la vida real, porque las instituciones han de ser para todos y no sólo para unos y mucho menos para unos contra otros. La economía menguada que se va quedando atrás. La desigualdad que se acentúa en nuestra sociedad. La emigración masiva que no cesa. Los abismos que se abren entre las regiones y el poder concentrado en la capital, con preocupantes consecuencias en la cohesión nacional. Las crónicas fallas en servicios esenciales como agua, electricidad y provisión de combustibles. O en servicios humanos como la educación, desde la escuela a la universidad, principalmente la pública, con efectos que se proyectan hacia el futuro; o la salud signada por las dificultades objetivas en su acceso para todos. La inseguridad que trae dolor y ruina cuando amenaza la vida y los frutos de nuestro trabajo.
Todos esos problemas nos convocan a todos, sin excepción. A todos. Las diferencias entre nosotros existen, pero ese no es el problema. Problema es que no sepamos entender que este país es de todos y que podemos y debemos, ver lo evidente que nadie está a salvo de ese cuadro complejo que tiene consecuencias en nuestras vidas.
Necesitamos puentes entre nosotros. No podemos vivir aislados en nuestro pedacito. Necesitamos reconocer el pluralismo como natural. Necesitamos reconocernos. Atrevernos a tender puentes entre las opiniones, entre los intereses, entre las regiones. Esos parecen ser los puentes más difíciles de edificar pero sobre todo, los más difíciles de cruzar. Los más difíciles, ciertamente, pero también los más necesarios. Y la política es el arte de hacer posible aquello que es necesario.
Algunos puentes requieren de obras de ingeniería más exigente, por lo profundo del abismo o la inestabilidad del terreno. Pero hay que construirlos, para eso tenemos inteligencia y voluntad. El Papa Francisco habla de una arquitectura y artesanía de la paz. Arquitectura es diseño y proyecto, artesanía es paciente arte con las manos y el corazón. Comprendamos, los escollos mayores no siempre están afuera, en el entorno, sino dentro de nosotros mismos.
Tender puentes entre nosotros para reencontrarnos en la conciencia del común destino, comprendiendo nuestras diferencias y aceptándolas para poder labrar, con el esfuerzo requerido por una tarea sin final, pero con finalidades: avanzar hacia una convivencia libre, justa, abierta a las oportunidades. Sin divisiones artificiales, sin discriminaciones, sin exclusiones. Puentes humanos para demostrar que sin dejar cada uno de ser lo que somos, somos capaces de entendernos y echar las bases de una casa compartida. Atrevámonos a ser puentes entre la realidad que vivimos y la que todos queremos vivir.
Esa es la responsabilidad que nos reclama Venezuela hoy.
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