El partido de gobierno inventa su propia película donde, supuestamente, cinco millones de militantes eligieron a 245 mil jefes y jefas de calle sin que nadie viera una cola de votantes bajo las lluvias ni nos expliquemos cómo se llevaron a cabo semejantes elecciones sin zaperoco ninguno, cuando lo que se jugaba era un mínimo acceso al poder.
Como un ensayo general de una obra de teatro ya muchas veces vista y con los mismos protagonistas de siempre, el PSUV se fajó recientemente a pulir su engranaje electoral para seleccionar algo que han bautizado "jefes y jefas de calle", suerte de mini caciques que seguramente disfrutarán de quién sabe cuáles beneficios a cambio de lo obvio: asegurar que en "su calle" la mayoría salga a votar por el candidato del gobierno en cuanta población y elección se les atraviese.
Según el boletín oficial que no se cansó de difundir VTV, nada menos que 245 mil nuevos jefes y jefas de calle del PSUV eligieron a 46 mil Jefes de Comunidades de todo el país, maratón que se desarrolló durante dos días y donde, según Nicolás Maduro, participaron más de cinco millones de electores, un exagerado promedio de 110 mil votantes por comunidad que -de ser cierto-, habrían abarrotado cada centro de votación sin importarles para nada hacer colas bajo las tremendas lluvias que asolaron a buena parte del país, pequeño detalle.
"La verdadera democracia socialista, la estamos construyendo, no descansamos", dijo Maduro de lo más contento.
Calificó estas elecciones como “un proceso histórico de democracia genuina, participativa y protagónica”. Y antes de que nadie se preguntara para qué semejante despliegue, aseguró que la consigna era clara: “organizar cada vez mejor el Poder Popular, organizar, unir y sumar, la victoria nos pertenece”.
Siempre según la información oficial, ese bojote de nuevos jefes y jefas de calle que seleccionaron a su vez a sus respectivos Jefes y Jefas de Comunidad, volverán a votar el próximo 3 de septiembre para escoger a los miembros de las Unidades de Batalla (UBCH).
Pero no todo luce tan perfecto como lo exhiben. Porque según el partido oficialista, la "metodología del proceso", para seleccionar a un jefe o jefa de calle es como sigue, textual: "Se verifica la participación y se hace listado de asistencia. Se inicia el proceso de postulación, en el cual cada quien podrá postular a alguien o a sí mismo(a). Definidos los candidatos y/o candidatas, se les asignará un número a cada uno. Se dará inicio al proceso de votación (VOTO SECRETO). Se cierra el acto de votación. Se procede al conteo de papeletas (acto público). Se declaran electos los y las 4 más votados. Se elabora el acta y se recogen las firmas de las y los participantes. El propulsor o propulsora transmite el resultado a través del CC200 con número de teléfono actualizado."
Es decir, una serie de ocho pasos cuya rigurosidad solo podría garantizarse en países altamente desarrollados y educados, como Finlandia o Alemania. ¿Pero alguien imagina el zafarrancho local ante la posibilidad de tener aunque sea un mínimo acceso al poder, convertirse de golpe en una palanca en el barrio o el municipio, ser distribuidor de las bolsas CLAP, un interlocutor a quien preguntarle cuándo pagan el Bono de La Patria o de la Embarazada o del Amor Mayor o algo así?
Y ni hablar de la escogencia de los Jefes de Comunidad, porque según las normas del PSUV para candidatearse lo que se exige es pura subjetividad: "No haya línea, ni interferencia de equipos estadales, municipales ni parroquiales. Las propagandas de las y los Candidatos deben ser colectivas, evitar las publicidades individuales. Los candidatos y candidatas deben promover el casa x casa como una estrategia de convocatoria y de amplitud en la participación. La jornada de elección del jefe o jefa de comunidad debe ser una manifestación de alegría militante". Normas que parecen escritas para cualquier cosa menos a un Jefe de Comunidad con voz y voto a la hora de elegir a las nuevas Unidad de Batalla Hugo Chávez (UBCH), el esqueleto del partido del gobierno y cuyos privilegiados cuentan con carros, radios y recursos para estar disponibles y a la orden del gobierno. Pero sobre todo, a la hora de las elecciones porque, vaya casualidad, hay tantas UBCH como centros electorales y es allí donde radica su verdadero poder. Asustando empleados públicos, asistiendo el voto ilegalmente o caleteando gente a última hora de la jornada electoral, así el centro esté cerrado. En fin, son la unidad de batalla de la única guerra que le interesa al PSUV. Conquistar y mantener en el Palacio de Miraflores.
Solo que a veces el destino se pone maluco y entonces se consigue una que otra respuesta de simpatizantes del Psuv a los Twitter del máximo jefe del partido llamando a elegir jefe de calle, pero casi nadie se da por enterado y lo que le piden es, por ejemplo, "Mi CAP, se me quemo mi TV, anoche, hubo un bajón, me voy a perder mi programa de hoy, estoy triste por qué no tengo para mandarlo a reparar, soy de el Vigía, Edo, Mérida, sector la blanca, caño seco IV, torre 5 apto,3 último piso, Óscar, Hernández, mi CAP"...."Capitán que posibilidad hay en qué deme una ayuda ya que soy Discapacitado y necesito comprar sondas y el tratamiento que tomo yo necesito una silla de ruedas y volza del clap no resivo dnd vivo este es mi WhatsApp para cualquier ayuda", @rosaesperanza61 le dice "Los venezolanos quieren soluciones no asambleas donde los jefes de calle no tienen voz ni voto. El señor cabello sabe para que alcanza una pensión en Venezuela".
El país por un lado y el PSUV por el otro, siguiendo el guión de la película que escriben y filman a su gusto, pero que a nadie le interesa mucho ver a menos que le regalen las cotufas y la Pepsi.
Fuente: El Cooperante
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